martes, 24 de mayo de 2016

OJOS CAFÉS

Era una mañana fría y lluviosa, iba de camino al trabajo, a paso lento recorría la calle que me llevaba al sitio que día a día me chupaba toda la fuerza y la energía, pensaba en lo mal agradecida que soy a sentir tanto tedio contra lo que, si bien me da de comer, también me estaba volviendo loca.
Siempre me han fastidiado enormemente las “ferias” que se forman alrededor de un accidente, o un suceso tan desgraciado como cuando dos coches se chocan y hay un herido desfallecido en la acera, me ha molestado mucho ver cómo la gente tiene una falta de educación y sensibilidad ante tan delicado suceso, solo les falta ponerse a vender palomitas de maíz para los espectadores, pero, esa mañana gris, fue diferente….
Junto a la calzada se reunía un gran grupo de personas formando un corro alrededor de lo que a simple vista daba la impresión de ser un maniquí, no sé qué fuerza desconocida hizo que en contra de mis costumbres me acerque a mirar, llegaba tarde al trabajo (otra vez) llovía y hacía frío, pero me acerqué, y lo vi… no tenía más de quince años, es casi de la edad de mi hijo –pensé- estaba tendido en la fría acera, parecía que dormía, no puede evitar recordar como cada mañana beso a mi adolescente dormido en la frente antes de salir de casa, sentí como un escalofrío recorría mi nuca, llevaba una chompa azul y unos jeans, no tenía más que una cortada en la frente, por lo demás, parecía simplemente que estaba tendido en el suelo tratando de jugar una broma a los ilusos que se quedaban parados a mirarlo con cara de curiosidad mezclada con pena.
Según escuché a los testigos, el chico caminaba tranquilamente por la acera, cuando un taxi se acercó a toda velocidad, perdió el control y lo arrolló, ni siquiera se tomó la molestia de constatar si se trataba de un perro, porque, según lo que decían, dio marcha atrás y huyó así como llegó, solo habían visto una mancha amarilla alejarse a la velocidad del rayo, nadie alcanzó a fijarse en la matrícula, el muchacho quedó tendido en la acera, su mochila no había durado  ni 5 segundos a su lado,  porque los inaprensivos se la llevaron en cuánto la cabeza del muchacho tocó el suelo, alguien había llamado al 911 y estaban esperando que llegase la ambulancia, mientras tanto, no quedaba más que esperar,  mirando como su cara de ángel de ojos cerrados iba palideciendo cada vez más.
No sé cuánto tiempo pasó desde que llegué, solo podía pensar en la joven vida que se había perdido en el frío asfalto, caía una fina lluvia sobre nosotros, el chico no respiraba y parecía dormir…si no fuera por esa cortada en la frente-pensaba para mis adentros, cuando de pronto, volví la cabeza a mi derecha, no sé porque, era como si una mariposa hubiese pasado a mi lado volando, y lo vi…el muchacho tendido en la acera estaba parado a mi lado viendo su propio cadáver sobre el suelo…me tomó unos segundos darme cuenta de que era él…, era él, la misma ropa, la misma cara de ángel, solo faltaba la cortada en la frente, lo miré atónita y se volvió y me dijo: puedes verme?
Le dije: sí, te veo..!!, extrañamente no sentía miedo, ni inquietud, simplemente estaba sorprendida de encontrarlo ahí, parado, a mi lado, como cuando te encuentras en el autobús a un viejo amigo que no veías hace años, le dije: si, puedo verte…;  me respondió: que es lo que está pasando?, no entiendo nada…  le expliqué con la mayor naturalidad del mundo lo que había pasado, que le habían arrollado, que estábamos esperando a los paramédicos pero en balde porque desgraciadamente estaba muerto… me miró con sus enormes ojos cafés y me dijo: y ahora, que hago?, mientras tanto la ambulancia se acercaba hacia donde nos encontrábamos, alguien lo había cubierto con un plástico, y aturdida por el llanto histérico de  la sirena de la ambulancia le dije…-has lo que sientas, seguro que dentro de tu corazón tienes la respuesta, seguro que si buscas muy dentro sabrás…., los paramédicos habían llegado, y según la cara que tenían después de haber examinado al caído, las cosas no iban nada bien…
No sé cuántos segundos pasaron desde lo que le dije, hasta que el paramédico miró al otro negando con la cabeza y entre que la gente empezó a murmurar, fue como si el tiempo se hubiese detenido, solo recuerdo sentir su aliento helado sobre mi oreja diciéndome: tienes razón, sé lo que tengo que hacer….

Y en ese momento, el muchacho tendido sobre la acera, abrió los ojos…..

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